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Palo & La Hermandad - Esto es un abrazo (2013) |
Bolso en mano y mate en boca: la
terminal queda en algún punto del oeste del conurbano, que puede ser
cualquiera. No importa dónde ni cómo: el costo del pasaje consiste en calzarse
un par de auriculares; la caravana te pasa a buscar por donde estés. El recorrido tal
vez no sea seguro, aunque sí es seguro que se trata de una empresa con
experiencia: ya desde “A través de los
sueños” (2001), la primera parada de su carrera solista, Palo Pandolfo se ha encargado de
ofrecer tours gratuitos orquestados
por el guía turístico de su caprichosa voz a través de un mapa latinoamericano
bosquejado por algún cartógrafo con Parkinson. Esta excursión no será la
excepción: pasaron cinco años, pero el tren musical ha inaugurado por fin su
nueva estación: “Esto es un abrazo”.
Todo viaje tiene un punto de
partida; no obstante, el kilometraje de “Esto
es un abrazo” luce un número holgado desde el principio, ya que reanuda la
travesía por rutas recientemente recorridas: es que tanto “Soy el sol” y “El leñador”
-primer y segundo track, respectivamente-
suenan como carga que quedó rezagada de la entrega anterior, “Ritual criollo” (2008). Sin embargo,
ambas funcionan como un ilustrativo prólogo que cuenta lo sucedido en el
capítulo anterior y, a su vez, son soberbios ejemplares de aquella cosecha. Ya en
el tercer round, “Madre computadora”, la
nave se desvía a través de un camino de tierra que parecía abandonado: “La cara pintada, máscara pegada a la piel
del asno…”, se raya el cantor; como si el poeta maldito que con el cambio
de milenio había sido desplazado por el bonachonismo-zen
de su interminable sonrisa hubiera vuelto de sus vacaciones en algún suburbio del
infierno. “Espacio pequeño, el nuevo
milenio destila alegría, muerte, fantasía”, mientras se reconcilia con la
guitarra eléctrica y le quita el polvo a la perillita “gain” del amplificador.
“Más que humanos” y “Ra”
obligan a reanudar el trayecto en avión, aunque sea para una breve visita a
alguna paradisíaca playa del Caribe minutos antes de la tormenta perfecta. Pero a no preocuparse, ya que en un
abrir y cerrar de ojos “El ángel del
suburbio” nos encontrará bailando electrohuayno
en alguna esquina devenida en puna de concreto. Es cierto: los cambios de
ritmos pueden parecer bruscos, pero el nivel de intensidad es una constante a
lo largo de todo el álbum, por lo que las largas distancias no producen jet lag entre parada y parada; sino cada
vez mayor comodidad. La explicación es sencilla: si bien en este disco
convergen cada una de las vertientes que atraviesan el universo de Palo como en
ningún otro, todas desembocan en un mismo delta: La Hermandad, que antes que ser la
banda que lo acompaña, es la banda de la cual forma parte. Allí radica el
pegamento que une coherentemente todas las partes y hace de este trabajo un
collage y no un pastiche. Tan simple de entender, pero tan difícil de descubrir
como eso: lo que tienen en común el rockerísimo “Dame luz” (salpicado por la
garganta de Palo abierta de par en
par) y el hitquenoserá “La misma suerte” es que son de la misma familia.
En definitva, es esa la lectura
que se puede hacer tras el new age criollo de “En sintonía”: en este disco, por fin -tal vez desde “Espiritango” (1994)-, Palo no está solo en esa militancia que
tan a pecho se toma, como es la de hacer canciones. Ahora es otra rama de un tronco
orgánico, relleno de savia musical, que sorprende con este soplo de frescura de
trece canciones. Frescura que jamás es frío; porque, ante todo, esto es un
abrazo.
("Esto es un abrazo" se presenta el jueves 20 de junio en Niceto Club. Más información aquí)
("Esto es un abrazo" se presenta el jueves 20 de junio en Niceto Club. Más información aquí)